A lo largo de la historia y particularmente en las últimas décadas ha habido muchas más infecciones que han saltado de animales a humanos. Estas incluyen la gripe aviar y el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente o MERS (otra cepa de coronavirus).
Pero la transmisión de enfermedades por contacto con los animales no se limitan a la mutación viral. Pueden ser por picaduras o mordeduras que transmiten directamente a los humanos virus o bacterias malignas. También por ingerir alimentos o agua contaminadas con parásitos.
Tal es el caso de la peste negra o bubónica -por picadura de pulgas trasportadas por ratas-, la malaria, el dengue o el zika -por picadura de diferentes mosquitos- o la rabia -por mordedura de perros o animales salvajes-.
Esa peligrosa relación entre especies es inevitable, pero seguirá aumentando inexorablemente, a medida que vivamos en mayor proximidad con animales domésticos -tanto en casas como en grajas o mercados- que invadamos más los predios silvestres, o que la poblaciones de animales portadores se multipliquen con el cambio climático.
En la actualidad, la OMS estima que, a nivel mundial, cada año se producen alrededor de mil millones de casos de enfermedades y millones de muertes por zoonosis.
Alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas emergentes que se informan a nivel mundial son zoonosis. Se han detectado más de 30 nuevos patógenos humanos en las últimas tres décadas, el 75% de los cuales tuvieron un origen animal.
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